
El amero es una moneda común propuesta para América del Norte extensible a centro y sudamerica con el tiempo. Una hipotética propuesta para una unión monetaria, y es una idea basada en la moneda de la Unión Europea, el euro. Entre los proponentes de esta idea están el C.D. Howe Institute y el Fraser Institute del Canadá. También el Centro de Investigación para el Desarrollo A.C. (CIDAC) de México, que dirige Luis Rubio. La moneda circularía inicialmente en los países del Libre tratado de Norte América (TLCAN), ya que Groenlandia es un territorio autónomo perteneciente al Reino de Dinamarca en Europa. Así como la unión Europea, unión Asiatica, se pretende lograr en un futuro un sola unión.
El día en que la Unión Monetaria América del norte empiece a funcionar, quizá el 1 de enero del 2010, Canadá, Estados Unidos y México reemplazarán sus monedas nacionales con el amero. Ese día, todos los billetes y monedas denominadas en dólares de los EE.UU. se cambiarán a razón de uno a uno por un amero(A). Canadá y México cambiarán sus respectivas monedas, el dólar canadiense y el peso mexicano, a un tipo de cambio que deje inalteradas la competitividad y riqueza de ambas naciones. En los tres países los precios de los bienes y servicios, salarios, inversiones y pasivos, serán convertidos simultáneamente a ameros al mismo tipo de cambio con el que se convirtieron las respectivas monedas nacionales.
El plan para una Unión Monetaria de América del norte presentado en este estudio está diseñado para incluir a Canadá, Estados Unidos y México. Bajo el plan propuesto, los billetes y monedas en circulación de la nueva unidad monetaria, llamada tentativamente “amero”, llevará sus símbolos propios en un lado y los emblemas nacionales de cada país en el otro, para conservar así símbolos importantes de la identidad nacional. La conversión de las respectivas monedas nacionales a ameros se determinará a un tipo de cambio que deje inalterado el ingreso real de cada país, su riqueza y su competitividad internacional prevalecientes al momento de la conversión.
El Banco Central América del norte, al igual que el Banco Central Europeo, tendrá una constitución que sólo lo hará responsable del mantenimiento de la estabilidad de los precios y no del pleno empleo de la mano de obra. Los tres países en la unión tendrán representantes en los cuerpos directivos del Banco en proporción a su tamaño relativo, en términos de algún promedio ponderado de población e ingreso nacional, con ponderadores que se determinarían mediante negociación entre las partes. Cada país recibirá las utilidades correspondientes a la emisión de ameros –el señoriaje- que use en sus respectivas economías.
El comercio entre los miembros de la unión monetaria se verá acicateado por la eliminación de los costos de transacción y de los riesgos implícitos en el intercambio de divisas. Habrá mayor estabilidad en los precios y, algo muy importante, las tasas de interés bajarán en Canadá aproximadamente en un punto porcentual y en México, donde todavía se mantienen a nivel de dos dígitos, bastante más.
Efectividad
Las ganancias en la eficiencia económica de los países miembros descritas, deben sopesarse frente a las posibles pérdidas en su desempeño macroeconómico. Es previsible, sin embargo, que tales desventajas sean pequeñas o inexistentes. El tipo de cambio flexible no ha traído a Canadá los beneficios macroeconómicos que prometieron quienes propusieron esa política. La tasa de desempleo sigue siendo elevada y el crecimiento económico ha sido lento. La evolución del pensamiento económico y la experiencia empírica acumulada en muchos países han mostrado que los “ajustes finos” en materia económica han fracasado bajo el régimen de tipo de cambio flotante. Por su parte, la mayor flexibilidad en el mercado laboral, esencial para amortiguar choques económicos, disminuyó por la mera existencia del tipo de cambio flotante. La protección temporal le dio a los productores y trabajadores por medio de la depreciación cambiaria, generó ineficiencias muy parecidas a las produjeron en el pasado la protección temporal otorgada mediante aranceles. En el caso de México, el tipo de cambio flotante adoptado desde 1995 ha funcionado sorprendentemente bien respecto a las pesimistas perspectivas que se tenían, pero prevalece una inflación muy elevada, de alrededor de 9 por ciento en el 2000, con tasas de interés que se mantienen cerca del 15 por ciento que resultan prohibitivas para una reanimación apreciable del crédito.
Los Estados Unidos tienen menos beneficios potenciales de una unión monetaria de lo que ganarían Canadá y México, pero habrá dividendos no despreciables. Una unión monetaria como la descrita reducirá la amenaza que dólar estadounidense pierda su preponderancia en caso que el euro desplace al dólar en el resto del mundo, lo que por el momento parece más bien remoto, pero puede ocurrir más adelante. Además, los Estados Unidos se beneficiarán al tener países más estables y prósperos como vecinos. Cuando los Estados Unidos se unieron a organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM)), la Organización Mundial de Comercio (OMC) y el Tratado de Libre Comercio América del norte (TLCAN, las ganancias obtenidas en materia económica y política compensaron con creces la modesta pérdida de soberanía que conllevó su adhesión. En esta misma tradición, los Estados Unidos bien pueden encontrar que vale la pena sumarse a la unión monetaria propuesta.
Fuente&Link
http://www.elpuntosobrelai.com.mx/

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